"¿Puede el hombre hacer sus propios dioses? ¡Entonces esos dioses no son verdaderos!"
(Jeremías 16:20)

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La división de ISRAEL y el juicio

al reino apóstata de “Israel”

(782-745 AC)




LA EXTRAORDINARIA PROMESA que comentamos fue el inicio efectivo del Pulso de Dios en la historia unos 2.000 años AC. De alguna manera toda la historia de la humanidad es hija de ese manojo de promesas a Abraham y su descendencia. Pero las raíces mas directas del evangelio – de la Misericordia de YaHVéH a las naciones - se nutren de los días del reinado de Jeroboam II (782-745 AC) y de las profecías de Oseas y Amos pronunciadas en esos días sobre el norteño reino e Israel – las diez tribus del norte -.


Para ese entonces muchas cosas habían sucedido con la descendencia de Abraham: había transcurrido la vida de Abraham, de su hijo Isaac y de su nieto Jacob. Y con los doce hijos de Jacob se había formado la nación de ISRAEL. Esto luego de que fuera liberada con “brazo extendido” de YaHVéH del cautiverio de Egipto. En esa liberación se produjo el milagro que es marca original de la historia de ISRAEL: el cruce del mar Rojo (posiblemente uno de sus brazos: el hoy llamado “Golfo de Aqaba”)


Y en el desierto la nación de ISRAEL se organizó en doce tribus con sus pabellones (en realidad trece, ya que a José se le adjudicaron dos tribus, una para cada hijo: Efraín y Manases. Pero como la tribu de Levi fue repartida en todas las otras tribus por ser tribu sacerdotal en el terreno se veían efectivamente doce). Y este pueblo así formado recibió de Moisés la Ley de YaHVéH – escrita con su Propia Mano - en las faldas del monte Sinaí. De este modo quedaba constituida una nación separada para Dios/Elohim - YaHVéH -, con sus leyes y estatutos santos, que sería el instrumento de Él para la redención de todas las naciones. Cuarenta años más tarde de haber salido de Egipto, y luego de dudas, vacilaciones y un laberíntico trayecto en el desierto, este pueblo/nación había entrado en la tierra de Canaán derrotando a los pueblos que la ocupaban y había procedido a repartirla entre sus doce tribus. Y se rigió primero mediante jueces, intérpretes y voceros del Altísimo, y mas tarde por reyes cuando YaHVéH accedió al pedido del pueblo de tener un sistema de gobierno como las naciones de alrededor. Y uno de los reyes de ISRAEL – el segundo - sería sobresaliente entre todos: David, hijo de Isaí. Él fue quien unificó a las doce tribus en un solo Reino, e instaló su capital en Jerusalem, la que fuera “fortaleza de los jebuseos”, que el conquistó.


Podía esperarse que un pueblo/nación con estas credenciales de nacimiento se mantendría unido frente a los avatares de la historia. Pero no fue así. A la muerte de Salomón, hijo y heredero de David, las diez tribus que ocupaban la parte norte del reino unificado se sublevaron contra la Casa de David. Y se dispusieron a formar un reino separado del linaje de David. Esta división de un pueblo que había nacido bajo la unción de YaHVéH es algo incomprensible para nuestro modo finito de pensar. Y fue cuando las diez tribus comenzaron a formalizar sus intenciones separatistas que Roboam, el hijo y sucesor de Salomón, intentó marchar sobre ellas para someterlasde nuevo a su autoridad.Y fue detenido por YaHVéH que le dijo:


"No vayáis, ni peleéis contra vuestros

hermanos ...volveos cada uno a su casa,

porque esto lo he hecho yo”.

1Reyes 12:24; 2 Crónicas 11:2-4


Roboam no tuvo otra opción que obedecer yde este modo se consolidó la partición del que había sido el reino unificado por David, llamado en la profecía “Tabernáculo de David”, arquetipo del reino de ISRAEL. Y estas fueron las dos partes en que quedó dividido: la parte norte que tomó el nombre de “reino de Israel” formada por diez tribus, y la parte sur que tomó el nombre de “reino de Judá” formada por Judá y la pequeña tribu de Benjamín. Estos dos reinos así formados del unico ISRAEL serían conocidos en la profecía como “casa de Israel” y “casa de Judá” respectivamente, o, simplemente, “Israel” y “Judá”.


Y se instala así una paradoja en el lenguaje profético: los que serían desterrados entre las naciones con amnesia de su pasado serán llamados "casa de Israel o “hijos de Israel” en los textos proféticos. Y los que permanecieron fieles a YaHVéH en la tierra de la promesa, y allí volverían después de exilio en Babilonia, son el “reino de Judá” o , mas simplemente, judíos, que representarán a toda la nación de ISRAEL en la historia corriente aunque son solo una parte menor de ella. Y, para mayor confusión, la historia común dio por perdidas a las diez tribus hasta hace muy poco tiempo cuando aparecieron los registros arquelógicos que permitieron visualizar su trayectoria en las naciones. ¡Son misteriosos los caminos de Dios/Elohim!


Pues bien, volvamos a Jeroboam II, éste era rey del norteño “reino de Israel” antes de que fuera desterrado entre las naciones y en su reinado (782-745 AC) se pronunciaron las profecías de Oseas y Amos que son el fundamento del evangelio y del Nuevo Pacto.


Desde el principio el norteño “reino de Israel” se había caracterizado por dos cosas:


1) la corrupción del culto de YaHVéH,

2) un comercio internacional muy activo en estrecha asociación con Tiro.


Las rutas comerciales de Tiro – los fenicios – eran hacia el oeste lejano. Pero además, en tiempos de Jeroboam II, el "reino de Israel" había anexado a Damasco y su legendario mercado y podía comerciar activamente hacia el este. Por eso el “reino de Israel” en tiempos de Jeroboam II comerciaba con todo el mundo de su época. Esto sustentó hábitos “consumistas” – hablando con términos de hoy - y una cultura hedonista ajena a la ley de YaHVéH. Y en esta economía de intenso intercambio crecieron grandes fortunas, pero también se provocaron grandes desigualdades sociales amparadas por jueces venales y funcionarios corruptos. De modo que el reino de Jeroboam II es un tipo perfecto de nuestros días.


Contra este lamentable estado de cosas YaHVéH levantó los profetas Oseas y Amós. Y ellos pronunciaron una tremenda profecía: los “hijos de Israel”/”casa de Israel” – las diez tribus norteñas - serían desterrados entre las naciones en castigo a su rebeldía y su olvido de YaHVéH. Y este destierro sería sin memoria de sus raíces israelitas representada por sus fiestas solemnes (Oseas 2:11) ya que ellos habían olvidado a YaHVéH a favor de los dioses fenicios Baal y Astarté. Esta amnesia nacional de los israelitas desterrados es la clave de muchos misterios de la historia.


El destierro anunciado por Oseas y Amos se cumplió en el año 722 AC cuando los “hijos de Israel”/”casa de Israel” fueron capturados por el emperador asirio Sargón II y llevados a la zona limítrofes norte/noreste de su imperio. Y de ahí emigrarían mas tarde, cuando se disolviera el imperio asirio, hacia los “cuatro vientos” de la tierra, mezclándose entre todas las naciones. De este modo, la parte más numerosa de la nación de ISRAEL, la que incluía a la descendencia de los hijos de José: Efraín (1), y Manasés, extraordinariamente bendecidos por Jacob y Moisés comenzaba a introducirse en la historia de las naciones que serían radicalmente transformadas por ella.



(1) la descendencia de las diez tribus es también llamada en la profecía

“Efraín” por ser esta la tribu líder.



tercer capitulo del libro ESTRUENDO EN LAS NACIONES


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