"¿Puede el hombre hacer sus propios dioses? ¡Entonces esos dioses no son verdaderos!"
(Jeremías 16:20)

PROFECÍAS DE JUAN DE JERUSALEN


A pie de página publicamos una semblanza de Juan de Jerusalen - escritas en el siglo XI según se nos informa - y una breve historia de las peripecias de su poema profético según material tomado de la Red. Hemos decidido publicarlas en este blog porque obviamente describen con detalle los pormenorizados los acontecimientos de hoy y son perfectamente compatibles con el texto bíblico. En este blog ya hemos publicado un estudio que demuestra que en el año 2004 se cumplieron los “dos días” – el segundo milenio – enunciado en Oseas 6:2 a partir del cual Él “nos resucitará y viviremos delante de Él”.

De modo que la letanía inicial de las profecías de Juan de Jerusalén: “cuando empiece el año mil que sigue al año mil” se aplican a estos días. Y vemos que luego de una descripción pormenorizada de los abismos en que nos encontramos se anuncia la llegada de una nueva etapa de la historia de la humanidad, pletórica de paz, en donde el mundo “será ordenado”, es decir restaurado, a partir de nuevos valores radicalmente diferentes a los actuales y a los que hoy solo podemos acceder por fe.

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Profecías de Juan de Jerusalén.


Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...

El hambre oprime el vientre de tantos hombres y el frío aterirá tantas manos, que estos querrán ver otro mundo. Y vendrán mercaderes de ilusiones que ofrecerán el veneno... (es decir, droga). Pero este destruirá los cuerpos y pudrirá las almas; y aquellos que hayan mezclado el veneno con su sangre serán como bestias salvajes caídas en una trampa, y matarán, y violarán, y despojarán, y robarán; y la vida será un Apocalipsis cotidiano.


Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...

El padre buscará el placer en su hija; el hombre en el hombre; el viejo en el niño impúber, y eso será a los ojos de todos... Pero la sangre se hará impura; el mal se extenderá de lecho en lecho, el cuerpo acogerá todas las podredumbres de la Tierra, los rostros serán consumidos, los miembros descarnados... el amor será una peligrosa amenaza para aquellos que se conozcan solo por la carne.


Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...

Todos sabrán lo que ocurre en todos los lugares de la Tierra; se verá al niño cuyos huesos están marcados en la piel y al que tiene los ojos cubiertos de moscas y al que se da caza como a las ratas. Pero el hombre que lo vea volverá la cabeza, pues no se preocupará sino de sí mismo; dará un puñado de granos como limosna, mientras él dormirá sobre sacos llenos. Y lo que dé con una mano lo recogerá con la otra.


Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...

El hombre comerciará con todo; todas las cosas tendrán precio; el árbol, el agua y el animal. Nada más será realmente dado, y todo será vendido.


Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...

Los hombres ya no confiarán en la ley de Dios, sino que querrán guiar su vida como a una montura; querrán elegir a los hijos en el vientre de sus mujeres y matarán a aquellos que no deseen.


Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...

El hombre habrá cambiado la faz de la Tierra; se proclamará el señor y el soberano de los bosques y las manadas. Habrá surcado el sol y el cielo y trazado caminos en los ríos y en los mares. Pero la Tierra estará desnuda y será estéril. El aire quemará y el agua será fétida. La vida se marchitará porque el hombre agotará las riquezas del mundo.


Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...

Las enfermedades del agua, del cielo y de la Tierra atacarán al hombre y le amenazarán; querrá hacer renacer lo que ha destruido y proteger su entorno; tendrá miedo de los días futuros.


Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...

La Tierra temblará en muchos lugares y las ciudades se hundirán; todo lo que se haya construido sin escuchar a los sabios será amenazado y destruido; el lodo inundará los pueblos y el suelo se abrirá bajo los palacios.


Cuando empiece el año mil que sigue al año mil...

El sol quemará la Tierra; el aire ya no será el velo que protege del fuego, no será más que una cortina agujereada, y la luz ardiente consumirá las pieles y los ojos.


Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil...

El hombre conocerá un segundo nacimiento; el espíritu se apoderará de las gentes, que comulgarán en fraternidad; entonces se anunciará el fin de los tiempos bárbaros.

Será el triunfo de un nuevo vigor de la fe; después de los días negros del inicio del año mil que viene después del año mil, empezarán los días felices; el hombre reencontrará el camino de los hombres y la Tierra será ordenada.


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Semblanza e historia breve de estas profecías extra bíblicas.

Juan de Jerusalén nació cerca de Vezelay, Francia, alrededor de los años 1040 ó 1042. Fue uno de los fundadores de la Orden de los Caballeros del Temple, en 1118. Murió poco después, en el año 1119 ó 1120, a la edad de 77 años. El manuscrito con sus profecías fue un elemento utilizado contra los Templarios. Habrían existido siete ejemplares del mismo, tres de los cuales fueron entregados al Gran Maestre de la Orden, quien a su vez los remitió a Bernardo de Clairvaux. El documento fue presentado como el dictado de Lucifer, la prueba de que los Templarios estaban en relación con las fuerzas del mal.

Un manuscrito fue descubierto en Zagorsk, cerca de Moscú, y data del siglo XIV.

Estas profecías estuvieron ocultas durante muchos años, hasta que en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, en 1941, fueron halladas por la S.S. en una sinagoga de Varsovia con el nombre de "Protocolos de las profecías de Juan de Jerusalén”. Después de la caída de la Alemania nazi, desaparecieron nuevamente, hasta que fueron redescubiertas en años recientes en los archivos secretos de la K.G.B. soviética, según afirman algunos investigadores.

Las profecías parecen escritas específicamente para este fin de milenio, como si éste fuera el tiempo en que deben darse a conocer. Todas ellas comienzan con la frase: “cuando empiece el año mil que sigue al año mil”. Y los escritos califican a Juan de Jerusalén de “prudente entre los prudentes”, “santo entre los santos” y que “sabía leer y escuchar el cielo”.

(Tomado de la Red)



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